sábado, 20 de julio de 2019

Paliar los síntomas de la endometriosis mediante la dieta (II)

A tener en cuenta (I): Las prostaglandinas

Las prostaglandinas son lípidos (grasas) que el cuerpo produce a partir de otros ácidos grasos que obtenemos al ingerir determinados alimentos. Existen de tres tipos: Mientras que las prostaglandinas de serie 1 y 3 tienen efectos antiinflamatorios, las de serie 2 son las causantes de muchos de los síntomas de la endometriosis (cólicos, contracción de la musculatura, inflamación…).
Así pues, mediante un control de nuestra dieta podemos combatir el dolor reduciendo la formación de prostaglandinas “malas” (de serie 2) en nuestro organismo y, al mismo tiempo, potenciando el consumo de alimentos que promueven la formación de las prostaglandinas “buenas”, de serie 1 y 3. En cualquier caso, lo recomendable, subraya Anna Gil es que “haya un equilibrio entre ellas”.
Factores como el déficit de vitamina C, B12 y fibra, la resistencia a la insulina y un consumo elevado de grasas (saturadas y trans) predispondrán a tener las prostaglandinas de tipo dos elevadas.
Aquellos alimentos inflamatorios que favorecen la creación de prostaglandinas de serie dos elevada y que, por tanto, debemos disminuir son el aceite de girasol y de maíz, carnes rojas, embutidos y vísceras, leche entera y condensada, mantequilla y nata, queso y la yema de huevo, etc.
Asimismo, debemos controlar el consumo de azúcares refinados, cereales refinados, bollería, cafeína, té, bebidas energéticas, entre otros.

A tener en cuenta (II): Los estrógenos

Otra de las claves para combatir la endometriosis pasa por reducir la cantidad de estrógenos en nuestro organismo. Esto es así en la medida en que el exceso de esta hormona induce al crecimiento de implantes de tejido endometrial fuera del útero.
Los estrógenos son unas hormonas sexuales esteroideas, principalmente femeninas, que se producen en los ovarios y en las glándulas suprarrenales. Entre sus múltiples funciones, influyen en el metabolismo de las grasas y el colesterol de la sangre.

A fin de controlar los niveles de estrógenos, debemos evitar consumir en exceso alimentos que contengan estrógenos o que estimulen la producción de esta hormona en nuestro organismo. En suma, no conviene tener un exceso de grasa en nuestro cuerpo.
“No debemos caer en el error de consumir soja en exceso en sustitutivo de los lácteos (por el hecho de querer reducir la inflamación). Esto es de igual modo contraproducente ya que nos podemos encontrar con una elevación de los estrógenos”, alerta Anna Gil.
“Llega un momento en el que la restricción para estas pacientes es tal que muchos de los alimentos que están permitidos para la desinflamación son altos en estrógenos. De ahí la importancia de consultar con un especialista la dieta a seguir en estos casos”, resalta la experta.
Ligado a la producción de estrógenos, otra de las recomendaciones es reducir la histamina (ya que cuando el cuerpo fabrica demasiada cantidad de esta molécula se produce un exceso de estrógenos).
Para reducir la concentración de estrógenos y la liberación de histamina, las pacientes deben controlar el consumo de bebidas alcohólicas, berenjenas, jamón serrano, marisco, mostaza, pescado ahumado y seco, atún, queso curado, embutidos, té, tomates y vinagre.
Respecto al trigo, debido a que es uno de los cereales más refinados e inflamatorios, es aconsejable prescindir de él en nuestra dieta -o reducir su ingesta lo máximo posible- y optar por cereales no refinados como los cereales integrales.
Por el contrario, se aconseja potenciar el consumo de productos ecológicos, cereales integrales, frutos secos, alimentos vegetales en abundancia, legumbres como fuente de proteína e hidratos de carbono, y aceite de oliva (virgen extra) como única fuente de grasa.

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